

"Esto no es real": un profesor cuenta cómo pudo escapar del ataque en la escuela de Graz
Un profesor cuenta cómo se encontró en los pasillos con el autor de la matanza en la que murieron 10 personas en una escuela de la ciudad austriaca de Graz cuando huía de su aula vacía.
"Estaba sólo en una clase", explica a AFP Paul Nitsche, profesor de religión, este miércoles no lejos del lugar de la tragedia.
"Estaba trabajando, con la puerta entreabierta, y hubo una detonación. Al principio no presté atención".
Hasta que oye las casquillos caer al suelo. "Algo me sacudió dentro de mí, me levanté de golpe y decidí correr".
"Salí corriendo rápidamente por el pasillo, que sólo tiene unos metros de largo, y luego bajé las escaleras", prosigue.
Fue entonces cuando este pastor evangélico vio al autor del tiroteo en el pasillo del piso de abajo.
"Estaba intentando abrir una puerta con su rifle", cuenta.
"Estaba ocupado... y yo tampoco miré mucho", explica el profesor.
"Y mientras bajaba corriendo las escaleras, pensé: 'Esto no es real, es una película'", añade.
Pero cuando "vi a un alumno tendido en el suelo y a una profesora allí, lo entendí".
"Creo que los servicios de emergencia llegaron uno o dos minutos después, gracias a Dios", recuerda.
Lo que más impresionó a Nitsche fue el inquietante silencio que reinaba en el centro: "Había un silencio total. No había gritos, nada. No como es la escuela normalmente"
Seis chicas y tres varones, de entre 14 y 17 años, murieron. Una profesora sucumbió a sus heridas en el hospital.
- "Llorar en paz" -
El miércoles, frente a la sala puesta a disposición de los estudiantes, varios adolescentes, muchos vestidos de negro, van y vienen. La mayoría prefiriendo permanecer en silencio.
Y cuando hablan es para pedir que se respete su duelo.
"Es increíblemente difícil", dice Ennio, estudiante del centro. "Quiero pedir de todo corazón a la prensa que nos dejen llorar en paz".
El mensaje "Solidaridad" se podía leer por todas partes en el país. A las 10H00 (08H00 GMT), la hora exacta de la tragedia, se mantuvo un minuto de silencio.
Delante de la Ópera de Viena y de los edificios públicos, se izaron banderas negras
"Queremos mostrar a los que lloran que no están solos y que sufrimos con ellos", dijo Michael Saad, un estudiante de 22 años en una vigilia organizada el martes por la noche en el centro de Graz.
Por el momento, se desconocen los motivos del autor de la matanza, un austriaco de 21 años, que se suicidó en un baño tras el tiroteo.
En su domicilio se encontraron una bomba casera y un fallido plan de atentado.
El joven, que no estaba fichado por la policía, era un antiguo alumno de la escuela, que abandonó sin obtener el diploma.
Vivía con su madre, que lo crió sola en una urbanización tranquila de Kalsdorf, a media hora en coche de Graz.
El vídeo y la carta de despedida que dejó no dan pistas sobre sus motivaciones.
"Con la gorra y los auriculares puestos, no decía ni buenos días", dice Thomas Gasser, un trabajador de supermercado de 38 años que vive delante.
"Ya nada será como antes", lamenta este vecino, marcado aún por la intervención de las fuerzas especiales que acudieron a registrar el piso de la familia el día anterior.
"Aquí todo el mundo se conoce, va a ser difícil superarlo", dice Anna Slama, concejala de Graz.
V.Zimmermann--VZ