

40 años después de Heysel, el comisario Vanreusel sigue traumatizado por lo vivido
El 29 de mayo de 1985, la tragedia de Heysel provocó 39 muertos y casi medio millar de heridos durante la final de la Copa de Europa que disputaron Juventus y Liverpool: cuatro décadas después, el comisario de policía Vanreusel sigue traumatizado "por los cadáveres a la vista y los gritos de los que se estaban muriendo".
"Me dejó marcado de por vida. Lo que recuerdo, sobre todo, son los gritos de dolor de la gente que moría aplastada y los gritos de felicidad de los aficionados que festejaban la victoria de la 'Juve', ignorando el drama que acababa de ocurrir", declaró en una entrevista a la AFP, Roland Vanreusel.
- La afición más sensata de Inglaterra -
Este bruselense, de 38 años en la época de los hechos y adjunto del comisario en jefe encargado de la gestión de grandes eventos, admite hoy "el sentimiento de impotencia" que le invadió la noche de la tragedia.
"Una semanas antes del partido viajé a Liverpool. La policía inglesa me dijo que los aficionados 'Reds' eran de los más sensatos de Inglaterra. En Anfield, de hecho, ni siquiera había vallas de separación entre las gradas y el césped", recuerda.
"Desgraciadamente, varios miles de ingleses llegaron a Bruselas completamente ebrios. Ocuparon un estadio vetusto, con tribunas en tierra batida y trozos de ladrillos que se desprendían, separados de los 'tifosi' sólo por unas rejas".
- "Busqué a mi hijo entre los cadáveres" -
Y cuando a las 19h20, casi una hora antes del pitido inicial, los hinchas ingleses presentes en las tribunas X e Y asaltaron la grada Z en la que se encontraban cientos de italianos, la situación de volvió incontrolable. Centenares de aficionados se amontonaron unos sobre otros, apretujados, asfixiados. Además de los 39 fallecidos, hubo medio millar de heridos.
"El estadio estaba dividido en dos. Una parte estaba vigilada por mis equipos de la policía de Bruselas, la otra por la gendarmería nacional. Los gendarmes no tenían ninguna experiencia en partidos de fútbol. Era la primera vez que ponían los pies dentro de ese estadio de otra época, que nunca debería haber albergado a a 60.000 personas", explica el policía.
"El comandante de la gendarmería, el capitán Mahieu, sustituyó improvisadamente al oficial al mando, que enfermó dos días antes del partido. Sólo dispuso a diez agentes entre ambas aficiones, cuando hubiese hecho falta un pelotón de al menos 30 hombres, como yo había hecho en el sector del que era responsable. Esos pobres gendarmes fueron barridos por la multitud".
"¡Fue una pesadilla! Al mismo tiempo que ocurría la tragedia, los hinchas cantaban y gritaban al otro lado del estadio. Los muertos y los heridos se acumulaban...".
- Asqueado del fútbol para siempre -
"En medio del caos, busqué a mi hijo de 15 años que debía estar en la funesta tribuna Z. Le busqué cadáver por cadáver. Hay que ponerse en el contexto de la época, no había ni móviles ni internet. No quedé tranquilo hasta una hora después. Cuando vio los cuerpos yaciendo a la entrada del estadio, mi hijo dio media vuelta", recuerda.
"Me tranquilicé y aconsejé a mi jefe jugar el partido. ¡Había que hacerlo! ¿Cómo hubiéramos podido controlar a 60.000 personas híperexcitadas? Hubiese sido una carnicería. ¿Con cuántos muertos de más?"
"No vi nada del partido, excepto el penal lanzado por Michel Platini que dio la victoria a la 'Juve'. El francés saltó de alegría pese a saber que había muertos. Eso me asqueó el fútbol para siempre".
O.Friedrich--VZ