

Cerca del frente en Ucrania, la belleza brinda una vía de escape de la guerra
Aunque las bombas rusas caigan sobre su ciudad, en el este de Ucrania, nada impedirá a Olena Sologub cuidar su aspecto.
Las tropas rusas se encuentran a menos de 20 kilómetros de su ciudad natal, Kramatorsk, blanco habitual de drones y misiles que han destruido edificios y causado numerosos muertos y heridos.
Pero para Olena y otros ucranianos cercanos al frente, la belleza ofrece una vía de escape que impide que la guerra engulla sus vidas.
"Estamos en un punto en el que puede que no llegue el mañana. Déjenme ser bella, aunque me encuentren bajo los escombros", declaró a la AFP esta operadora de grúa de 50 años.
Cuando Rusia invadió Ucrania en febrero de 2022, para Olena fue como una "patada en los dientes". Pero eso no la disuadió de empezar a inyectarse bótox para las arrugas y a delinearse permanentemente los ojos para resaltarlos.
Su esteticista Ganna Zemliak, de 47 años, afirmó que tiene tantos clientes ahora como antes del conflicto, algunos de los cuales sienten que la guerra les hizo envejecer más rápido.
Al inicio de la invasión, "todo el mundo estaba estresado, claro", y nadie tenía tiempo para mimarse, explicó.
"Pero luego, poco a poco, la gente se dio cuenta de que la vida sigue y que sentarse a esperar que todo acabe no tiene sentido", indicó la esteticista. "Hay que seguir viviendo de alguna manera".
- "Mi cuerpo, mi elección" -
Los salones de belleza son comunes en Ucrania, incluso cerca del frente, al igual que las clínicas de cirugía estética.
Katerina Seledtsova, una enérgica empresaria de 33 años, es una visitante habitual. Va a la peluquería una vez al mes, se hace la manicura, la pedicura y acude al esteticista cada tres semanas.
"En resumen, muy caro. Todo es muy caro", bromeó. "Tengo derecho a hacerlo. Es mi cuerpo, mi elección", declaró.
En algunas clínicas, las inyecciones de bótox cuestan alrededor de 50 dólares, un precio considerable en una región cuya economía ha quedado devastada por la guerra.
Katerina señaló que le gusta ir a lugares con "energía femenina". Esto fue especialmente importante al comienzo de la invasión, cuando muchas mujeres huyeron de Kramatorsk y los soldados inundaron la zona para defenderla.
"Quizás sea solo una coincidencia, pero desde que comenzó la guerra he empezado a prestarme más atención y a dedicarme más tiempo", afirmó a AFP.
Katerina regenta una cafetería, una hamburguesería y un estudio fotográfico, al que a menudo acuden mujeres solo para sentirse guapas.
Arreglarse y hacerse fotos es como una "psicoterapia", aseguró.
- Olvidarse "de todo" -
En Bigudi, una pequeña peluquería de la ciudad de Druzhkivka, cerca de Kramatorsk, Yevgenia Gotavtsova se mostró de acuerdo.
Oficialmente, su trabajo consiste en cortar y teñir el pelo de sus clientas, pero en realidad está allí para ayudarlas a relajarse, afirmó, comentando entre risas que algunas solo vienen a cortarse un centímetro.
"Vienen aquí y se olvidan de todo", explicó la peluquera, muy orgullosa de tener "todo el mes reservado".
La región se encuentra en el centro de los combates desde 2014, cuando los separatistas respaldados por Moscú lanzaron una ofensiva contra las fuerzas gubernamentales ucranianas.
A pesar de que solo trabaja con la mitad de su personal habitual, la peluquería marcha viento en popa, aseguró Yevgenia.
Sin embargo, la guerra complicó la logística debido a que algunos proveedores de toda la vida abandonaron la región o incluso el país, mientras que otros aumentaron sus precios, obligando a la peluquería a hacer lo mismo.
Con todo, Yevgenia declaró que no tiene motivos para avergonzarse de sus precios, y le ofende ver que la competencia cobra más de 6 dólares por un simple corte de flequillo cuando el precio justo, consideró, es de 1,50 dólares.
En cuanto a las últimas tendencias en Druzhkivka, el rubio "nunca pasa de moda", indicó la peluquera.
R.Billman--VZ